Algunas personas pueden sentir culpa cuando comen alimentos muy particulares que consideran "prohibidos". Por lo general, se asocia a creencias muy rígidas con respecto a hacer determinadas cosas (en todas las áreas de la vida) que cuando no haces lo que sientes que debes hacer, terminas culpándote por no haberlo hecho como esperabas.
¿Como gestionarlo?
Es necesario que trabajes en la concepción que tienes sobre los alimentos, en tu flexibilidad mental y sobre todo, en mejorar tu relación con la comida. Comer no es un pecado ni debe ser motivo de mortificación. Comprende que:
No hay comidas buenas ni malas
Puedes comer todos los grupos alimenticios, solo que, de forma equilibrada.
Aprende a comer solo por hambre física y no por hambre emocional
Integra en tu cotidianidad estrategias para manejar tus emociones, de forma que no recurras a "desahogarte" con la comida.