Cada uno de nosotros afronta los problemas y retos de forma diferente, dependiendo de nuestra propia naturaleza, de lo que hemos aprendido y de lo que hemos vivido previamente.
Sin embargo, el estrés mal manejado suele tener efectos nocivos tanto a nivel físico como a nivel psicológico.
Generalmente, la primera forma de darnos cuenta de que estamos manejando mal el estrés es por medio de nuestro organismo. Las reacciones físicas suelen ser más visibles que las psicológicas. Por lo que solemos comenzar a comer más o comer menos, a tener dolores o molestias a nivel estomacal, palpitaciones aceleradas, entre muchos otros.
Mientras que, a nivel psicológico comenzamos a sentir que algo no anda bien, nuestros pensamientos comienzan a jugarnos en contra, nos sentimos ansiosos o nerviosos, dormimos menos, o inclusive tenemos explosiones de rabia o nos encontramos irritables.
Todo esto determina como nos sentimos a nivel integral y determina nuestras acciones y nuestras decisiones.